¿Eres de terminar las comidas o las cenas con un chupito de licor? ¿Cuántas veces has dicho eso de que ayuda a digerir y que te deja con un mejor sabor de boca?
Hay muchos tipos de licores para esos momentos. Hoy te queremos presentar el favorito de aquellas personas más golosas: el licor de chocolate blanco. A continuación te explicamos paso a paso cómo hacerlo y lograr un sabor dulce y una textura cremosa que enamorará a todos tus invitados.
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- 150 gramos de chocolate blanco para postres.
- 1 taza de leche (250 ml).
- 1 taza de crema para batir o nata (250 ml).
- 150 g de leche condensada.
- 150 g de azúcar.
- Media taza o 150 ml de vodka, ron blanco o aguardiente.
Es muy aconsejable usar chocolate blanco para postres, también conocido como “para fundir”, ya que permite obtener una mejor textura que las tabletas normales. Esto se debe a que tienen una mayor cantidad de manteca de cacao, que facilita que se derrita mejor. También es recomendable usar chocolate blanco para postres sin azúcar, ya que añadiremos a posteriori más azúcar y puede quedar demasiado empalagoso.
En cuanto al alcohol, puedes adaptarlo a tu gusto. El ron blanco te permitirá obtener un licor más dulce, mientras que el toque del vodka o del aguardiente es un poco más fuerte.
- Derrite el chocolate al baño maría. Usa un cazo con agua hasta un poco menos de la mitad de su capacidad y encima coloca un bol más pequeño con el chocolate blanco. Caliéntalo a baja potencia, evitando que llegue al punto de ebullición. Sigue estos consejos para derretir el chocolate y que no se endurezca.
- Cuando tengas el chocolate blanco derretido, añade la leche, la nata, la leche condensada y el azúcar. Remuévelo todo bien para que se integren todos los ingredientes.
- Añade el alcohol y sigue mezclando.
- Guarda el licor que has obtenido en una botella de cristal y espera a que se enfríe antes de ponerla en la nevera.
Sirve el licor de chocolate blanco bien frío, en un vaso de chupito o en una copa con hielo. También se mezcla muy bien con postres como un bizcocho marmolado esponjoso o un brownie de café y frutos secos.